"El Canicross es la actividad en que compartes tu deporte favorito con el único ser vivo que te acompañaría al fin del mundo sin quejarse" (Anónimo)

7 de enero de 2011

Origen y evolución del Perro de Agua Español

El conocimiento del pasado nos permite comprender mejor el presente. Para entender lo que es el Perro de Agua Español debemos profundizar en el conocimiento de sus raíces y el camino que ha seguido hasta llegar a lo que es actualmente.

Existe documentación que nos permite concluir con bastante certeza que las razas de Perros de Agua actuales tienen su cuna en Oriente.En los documentos gráficos y referencias (algunas muy antiguas) de que disponemos, encontramos un tipo ancestral de perros del cual provienen, posiblemente, no sólo nuestro Perro de Agua Español, sino el resto de las razas europeas de perros de agua.

Lo más importante es que en estos textos, grabados y fotografías observamos ya los rasgos esenciales de la raza: su aspecto rústico y su funcionalidad.La teoría más aceptada es que el Perro de Agua Español y el resto de las razas europeas de perros de agua tienen un origen común muy antiguo que se sitúa en la época de las invasiones árabes de la península ibérica, las cuales comenzaron en el año 711. Según esto, unos primitivos perros de pastor procedentes de Oriente se extendieron con el Islam. Hay quienes sitúan en época más tardía la llegada a la Península de los antecesores de los Perros de Agua actuales, concretamente a finales del siglo XVIII y principios del XIX, con los barcos Turcos, época en la que se estableció un importante comercio de ganado merino con Australia. Otra teoría defiende que la raza que nos ocupa es autóctona de las marismas del sur español.

Posiblemente todas las teorías tienen su parte de razón. Un tipo primitivo de perros llegaría a la Península con las primeras invasiones árabes, estos ejemplares, junto con una población preexistente y con sucesivas aportaciones de individuos a lo largo del tiempo conformarían un tipo de perros con unas características bastante definidas, que ya aparece contemplado con identidad propia en el capítulo IV del libro “Varia Conmensurancia”, de Juan de Arphe (1587), donde ya son conocidos como Perros de Agua.

Estos animales se caracterizaban por su gran adaptabilidad, desarrollando no sólo la primitiva función de pastor de los perros procedentes de Oriente sino que también destacaban sus facultades como perro cazador, especialmente dotado para el cobro en el agua. Robustos, ágiles y frugales tenían un alto rendimiento en el trabajo. Presentaban un subpelo lanoso y pelo rizado en mayor o menor grados, que les aislaba tanto del excesivo calor como del frío y la humedad.

Estas características y su elevado grado de inteligencia hicieron que estos perros no sólo se adaptaran a vivir en el sur de la península ibérica sino que se extendieran tanto hacia el norte de la Península como hacia el resto de Europa. En la Península dieron lugar a las dos razas actuales de Perros de Agua: el Perro de Agua Español y el Cao de Agua Portugués.

En su expansión hacia el Norte darían lugar a otras razas del mismo tronco, como el Barbet, antecesor a su vez del Caniche, Wetterhound o perro de agua de los Paises Bajos y diferentes tipos de Spaniels. El perro de Agua Español es el que conserva, hasta hoy, mayor rusticidad y funcionalidad. Considero que cualquier digno ejemplar de Perro de Agua Español, sea de la línea que sea, merece todo el respeto y admiración por pertenecer a una de las razas más completas que existen.
 
Mi primer contacto con la raza fue con ejemplares norteños: en mi niñez me enamoré de ellos cuando los vi en los barcos. Años más tarde conocí los ejemplares del sur, con un carácter y unas aptitudes tan extraordinarios como las de los perros de los puertos cántabros…Voy a dedicar este apartado a las líneas norteñas por ser quizá las menos difundidas en el ámbito nacional y porque, por razones de proximidad, son las que mejor conozco. Su llegada a la Cornisa Cantábrica. No podemos saber exactamente cuándo llegaron los primeros ejemplares a la Cordillera Cantábrica, lo más probable es que llegaran a través de las cañadas de la Mesta acompañando al ganado que se exportaba a Flandes (los puertos de Santander, Laredo y Santoña mantenían un activo comercio con los Paises Bajos), o bien por vía marítima, gracias al tráfico entre los puertos del norte y del sur (importantes puertos como el de Laredo tuvieron una especial relación con el de Sevilla, y precisamente estas son zonas en las que se ha constatado la presencia de los Perros de Agua desde hace mucho tiempo). Algunos de estos perros se quedaron en los puertos cantábricos; su rusticidad y fortaleza le facilitaron la adaptación al clima del norte. Sus cualidades no pasaron inadvertidas para los hombres de la mar, que aprovecharon sus grandes facultades psíquicas y físicas para las labores de la pesca.

Posiblemente algunos de estos perros que viajaban en los pesqueros y en los mercantes que comerciaban con Flandes tuvieron mucho que ver en la formación de las otras razas europeas de perros de agua. De la presencia del Perro de Agua en el norte encontramos referencias muy antiguas en el libro “Laredo en mi espejo”, de Máximo Basoa, publicado en 1932. En él se menciona en dos ocasiones al “perro de lanas”, nombre con el que es muy conocido en los puertos de Cantabria. En la primera ocasión escribe sobre un naufragio que sucedió cuando una embarcación que regresaba a Laredo de las fiestas de la Virgen del Puerto de Santoña zozobró a causa de un repentino temporal:
“Se hundió la nave ahogándose todos, menos el perro de lanas que llevaban, que salió a nado hasta el Puntal, de donde se fue por la playa a casa de su dueña, quién al verlo todo mojado, nervioso y ladrando lastimosamente, comprendió la catástrofe.”
La siguiente cita se refiere a unas tertulias que se realizaban, y a los personajes que en ellas intervenían en tiempos de Fernando VII: 

“Por la noche bajaba un perro de lanas de la casa de los Tagle con un farol en la boca y después de arañar la puerta vidriera, entraba, Abete sacaba un cirio encendido, daba luz a un farol, y el perro, con él colgado de la boca, recorría las calles, porque no había alumbrado público, acompañando a su domicilio a los contertulios.”
 
  • Texto: María Cruz Rodríguez Callejo (La Tarde Gris) extraido de la Revista El Mundo del Perro, Núm 251

No hay comentarios:

Publicar un comentario