"El Canicross es la actividad en que compartes tu deporte favorito con el único ser vivo que te acompañaría al fin del mundo sin quejarse" (Anónimo)

20 de septiembre de 2011

Anécdotas del Perro de Agua Español

Extraemos unas anécdotas del libro de Cecilio José Barba Capote y Baldomero Moreno-Arroyo, “El Perro de Agua Español, una raza autóctona a conservar”.

“… A lo largo y ancho de España son numerosísimas las anécdotas y sucesos donde intervienen los perros de agua como los protagonistas principales. La afición al juego junto con ese espíritu incansable y la rápida capacidad de aprendizaje han sido siempre las grandes aliadas de los pastores, que en sus ratos libres cuando el ganado pastaba plácidamente, se entretenían en enseñar algunos juegos a sus incondicionales amigos. Asimismo, en los puertos pesqueros del Norte de España ocurría lo mismo con esa simbiosis entre marinero y “lanas”…”

Perro mensajero y recadero


Del perro mensajero también hemos encontrado muchas referencias, y entre ellas extraemos las dos siguientes: La primera de ellas, en la zona de las Altas Campiñas del Valle del Guadalquivir, concretamente en los pueblos cordobeses de Fernán-Nuñez hacia La Carlota y Santaella, donde era frecuente encontrarlos por todos los cortijos de la comarca. Posiblemente su origen estuviera en relación al paso de los rebaños ovinos que pasaban por allí y alguna que otra vez quedarán atrás cachorros de alguna camada.

El trabajo específico en cuestión consistía en portar bien en la boca o bien sujeto al collar un mensaje manuscrito que el dueño quería hacer llegar a los vecinos de los cortijos cercanos. El perro que conocía cada uno de esos cortijos por una contraseña corría hasta su destino para entregar con premura dicho recado. Una vez allí el perro esperaba pacientemente a que se le entregase otra esquela con la contestación para su dueño. Hasta que eso no ocurría el perro no volvía a su cortijo.

Otro caso curioso es aquel en que un agricultor enviaba a su perro de agua portando la petaca de tabaco en la boca, a otra finca donde faenaba un amigo suyo en otra cuadrilla. El perro una vez que llegaba a la finca vecina solamente se dirigía a la persona conocida y se dejaba coger la petaca. Entonces el otro agricultor se servía cierta cantidad de tabaco en la mano para liar un cigarrillo y posteriormente la devolvía al can. En caso de que esta persona pretendiese abusar de la “convidá” de su amigo y servirse más de un cigarrillo o bien apoderarse de la petaca, el perro reaccionaba ladrando e incluso atacando. Una vez que esta persona, forzado por la reacción de guarda del perro, soltaba la petaca, éste rápidamente la cobraba en la boca para devolverla a su dueño.
En los puertos de la Cornisa Cantábrica, además de portar amarras de unas embarcaciones a otras, los viejos pescadores recuerdan como los perros bajaban desde sus casas, con la marmita en la boca, hacia el puerto o la bodega para llevar el desayuno a sus dueños. Sobre esta particular misión no era infrecuente el caso de una perra cuyo propietario enviaba a la tienda con una cesta en la que llevaba el dinero y un papel con “el pedido”. La perra tomaba tan en serio su trabajo que su dueño apostaba con los amigos, si alguien podría arrebatarle su cesta ni el contenido. (Claro está, utilizando métodos razonables). Ni trucos, ni amenazas hacían que la perra permitiera que le quitaran su tesoro…”


Rastreo y recuperación de la cartera y petaca de tabaco

¿Qué podemos decir sobre capacidad olfativa y de rastreo de esta raza? Éste es sin duda el juego más extendido y conocido por todo nosotros. Los pastores ponían a prueba a su laneto escondiéndole algún objeto como la cartera, petaca, navaja o incluso el zurrón para que estos fieles amigos diesen con ellos gracias a su poderosa “nariz”. Esta práctica servía de ocio y juego en los ratos libres y una vez en el pueblo era utilizada para apostar con los amigos unas copas de vino. Estos juegos siempre eran resueltos satisfactoriamente por estos perros gracias a su enorme capacidad olfativa donde compagina el rastreo por el vuelo y el venteo al aire en la búsqueda del objeto perdidos.

Años más tarde esta aptitud natural del Perro de Agua Español está siendo potenciada y utilizada en servicios más modernos como son el adiestramiento para el rescate de personas en catástrofes, detección de drogas o explosivos, búsqueda de personas desaparecidas, etc.

De como colaboran en el abrevadero de las reses

Alguna que otra vez nuestro querido y buen amigo Pedro Caballero Marañón nos ha comentado la forma que tienen ciertos pastores en Trebujena (Cádiz) de dar agua a sus reses. Esta forma de administrar el agua consiste en extraer tan preciado elemento de un pozo mediante un cubo y una cuerda en un sistema de poleas, para después verte el contenido del cubo sobre un pequeño canalículo que forma el abrevadero. Esta forma manual de elevar el agua es muy tradicional por estas zonas y los pastores enseñan a sus perros turcos a que retengan al ganado en la entrada del abrevadero y poco a poco dejen pasar un número aproximado de cinco cabezas para que aplaquen su sed. El volumen de agua extraído por cubo es suficiente para dar de beber a esta cantidad de reses, pero de vez en cuando el perro se despista dejando pasar mayor número de cabezas. Entonces el pastor dirigiéndose al perro le habla algo así: “Como no eres tú quien saca los cubos de agua, poco te importa el número de ovejas que pasen; si fueses tú quién tirase de la soga, no te darías tanta prisa”. Y entonces el perro advierte rápidamente que han entrando más ovejas de la cuenta y divide el pequeño grupo en dos, quedando uno en el abrevadero y el otro que vuelve al resto del rebaño.

Recuperar una moneda en la alberca

.. Entre las funcionalidad hemos referido como una de las aptitudes diferenciadoras respecto a otras razas es el buceo, de manera que existen multitud de anécdotas que han llegado a nuestros días donde podemos apreciar como el Perro de Agua Español desarrolla este trabajo recuperando del fondo del agua números objetos. Así tenemos, como cierto día en la década de los cincuenta, pastores, porqueros y cabreros de los pueblos del Sur de Córdoba, pertenecientes a las Sierras Subbéticas, desde Priego de Córdoba a Doña Mencía pasando por Luque y Zuheros, porfiaban los unos y los otros, en la Feria de ganado de Baena famosa por aquella época, si alguno de sus “rizados”, como así llamaban a estos perros, podían recuperar del fondo de una alberca cualquier objeto. Entonces apareció un porquero de Doña Mencía junto con su perra negra, de nombre “Irene” solucionándose rápidamente el contencioso. Este buen hombre arrojó una perra gorda (moneda de la época con un valor de diez céntimos) a una alberca y tras la orden oportuna la perrita “Irene” se arrojó decididamente al agua para recuperarla. Conseguida la proeza, desde aquel momento, el resto de asistente sólo pudo rendir admiración a esta perra turca llamada “Irene


Como un marinero más.

El perro del barco pertenecía a la tripulación, si bien estaba a cargo de uno de los pescadores o del niño del barco. En tierra siempre anduvo por los muelles, o bien en las bodegas del muelle custodiando las redes, o incluso en las tabernas del puerto acompañando a los marineros.

Una vez en la mar, parece ser que estos perros eran capaces de detectar los bancos de pesca, inquietándose al percibirlos y avisando así a los pescadores. Además intervenían activamente en el desmallado, faena que consistía en sacar los peces del palangre o de la red, normalmente realizado en la dársena por la mujeres, encargadas de este trabajo en tierra o acercándose en botes al barco. Es aquí donde el perro tenía una de sus labores más importantes: recoger los peces que se caían durante el desmallado de la pesca. Y en ocasiones también ayudaban al niño del barco, encargado de despertar a los pescadores, quienes rascaba con las uñas las puertas.

Estos trabajos en las actividades pesqueras llegaron a ser tan importantes que en la partija (reparto de la pesca del día) el perro recibía también una soldada (parte proporcional que correspondía a cada marinero).

De cómo colaboran hasta en algunas faenas de la casa.

En Carcabuey, en los fríos inviernos, un perro ayuda a su dueño llevando palos desde la leñera, situada en el patio, hasta el interior de la casa para alimentar la hoguera. Cuando la puerta de acceso está entreabierta y no cabe el palo en sentido transversal, lo suelta en el suelo y cuidadosamente lo arrastra de un extremo. Toda esta faena es realizada mientras que el dueño permanece tranquilamente sentado en su silla de enea disfrutando de la lumbre.

  • Fuentes: El Perro de Agua Español. Una raza autóctona a conservar. Cecilio Barba Capote, Baldomero Moreno-Arroyo. Editorial Jabalcuz.
  • Blog PDAE

No hay comentarios:

Publicar un comentario