El verano. Cielos completamente azules, senderos resecos y polvorientos, remanso de aguas tranquilas color te...
Respiro el aire del final de la tarde. Las chicharras apagan su canto, señal inequívoca de que atardece sobre los Alcornocales. Una paz se instala en mi corazón. El silencio nos invade.. interrumpido por algún animal correteando entre las hojas resecas. Tanta tranquilidad me llega a impresionar.
Soy un lobo solitario que no se ha encontrado a nadie en el camino. Es hora de correr entre senderos tupidos y sombríos, huyendo del anochecer. Al llegar al final de la ruta, en la parte más alta y despejada del recorrido, me espera una bonita puesta de sol junto a Violeta.